cura flamenco

A sus 76 años, José Planas fusiona la tradición gitana y la fe en cada misa, atrayendo multitudes con su baile y alegría

En el crisol de culturas y tradiciones que es España, destaca una figura singular por su capacidad de fusionar lo sagrado con lo artístico: el cura flamenco, José Planas. A sus 76 años, este sacerdote malagueño ha hecho del flamenco una herramienta para anunciar el Evangelio, convirtiendo sus misas en verdaderos espectáculos de fe y arte que atraen a cientos de personas.

José Planas, conocido también como el cura gitano, no por su etnia sino por su cercanía al pueblo gitano, ha dedicado su vida a llevar la alegría y la esperanza allí donde va. “La única cualidad que tenía para anunciar el Evangelio y para atraer a los jóvenes, a los niños y a todo el mundo era mi alegría”, dice en una entrevista con EFE. Y es precisamente esa alegría la que lo ha convertido en una figura querida y respetada tanto dentro como fuera de la iglesia.

La pasión por el flamenco desde la infancia

Su historia comenzó en una familia humilde donde la fiesta y el arte eran el pan de cada día. “Mi madre cantaba muy bien por la Piquer y bailaba muy bien. De ahí nos ha venido siempre la alegría y esto del flamenqueo”, recuerda. Esta pasión por el flamenco lo llevó a integrar el baile en sus misas, creando una forma única de celebración litúrgica que ha capturado la atención de fieles y curiosos.

Un recuerdo en el Vaticano

Una de sus anécdotas más memorables tuvo lugar en el Vaticano, donde bailó flamenco ante el papa Juan Pablo II durante la beatificación de un gitano fusilado conocido como el Pelé. “Cuando me empezó a tocar las palmas le dije: Ay, no me las toque usted, Juan Pablo, Santo Padre”, recuerda con humor.

En su parroquia, Planas es conocido por sus animadas eucaristías en las que no falta el baile y el cante. Con estolas de coloridos lunares y una energía inagotable, empieza la misa bailando bulerías y continúa en varios momentos de la ceremonia. “Al final ya ahí hay un derroche de energía por parte mía y por parte de las demás personas”, explica.

Además de su cercanía al pueblo gitano, el cura flamenco muestra un compromiso inquebrantable con los marginados y necesitados. José Planas asegura que continuará bailando y llevando la buena noticia con alegría y esperanza, siguiendo fielmente las palabras del papa Francisco. “En la feria del pueblo o la feria de Málaga siempre es momento de fiesta y yo digo: Pecado mortal el que no se tome una cerveza y pecado mortal el que no baile”, bromea, mostrando una vez más su espíritu festivo y su habilidad para conectar con las personas.

Un sacerdote lleno de energía y esperanza

Con una agenda apretada y una energía contagiosa, este cura flamenco sigue siendo un faro de luz y esperanza, llevando el mensaje del Evangelio a través del arte y la alegría, y mostrando que la fe puede ser celebrada de muchas maneras. Hasta 800 personas llegan a acudir a sus peculiares misas de coreografía incluida, llenando su parroquia y quedándose incluso fuera al no caber todos. Con su estilo único, José Planas sigue demostrando que la fe y el arte pueden ir de la mano, y que la alegría es un don que hay que compartir misericordia en Málaga, donde ofrece compañía y ayuda efectiva a hombres jóvenes separados que viven en caravanas, coches viejos o furgonetas. También dedica su tiempo a enfermos y ancianos, a quienes lleva su arte y alegría.

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