Artistas de toda España reivindican la diversidad del baile flamenco como lenguaje vivo en una jornada marcada por el recuerdo y celebración
El flamenco volvió a ocupar el centro del escenario este 29 de abril. Con motivo del Día Internacional de la Danza, teatros, museos y centros de arte de toda España organizaron actividades abiertas al público, muchas de ellas centradas en esta tradición viva que es, desde 2010, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El protagonismo no fue casual. El flamenco representa una de las formas de danza más identificables dentro y fuera de España. Pero más allá de su visibilidad, artistas y especialistas coinciden: no basta con celebrarlo, hay que pensarlo.
En Madrid, Sevilla, Jerez, Granada y otras ciudades, el Día Internacional de la Danza fue escenario no solo de actuaciones, sino también de encuentros, mesas de diálogo, manifestaciones artísticas espontáneas y reclamos laborales.
Una danza viva, pero discutida
La celebración de este año no estuvo exenta de tensiones. Solo unos días antes, el bailaor Manuel Liñán recibió una oleada de ataques homófobos en redes sociales tras una actuación con bata de cola. El caso, ampliamente compartido, se convirtió en un punto de referencia para quienes reflexionaron durante la jornada sobre el papel del género, la identidad y la libertad en la danza flamenca.
“El flamenco sigue siendo un campo de resistencia”, señaló la coreógrafa Carmen Muñoz en una conversación abierta en el Centro Danza Canal. “No es solo una tradición, es también una lucha continua por ampliar quién tiene derecho a bailar y cómo”.
Muchos actos incorporaron este tema. En una intervención urbana en Sevilla, un grupo de bailarines —hombres y mujeres— interpretó una pieza breve alternando bata de cola y pantalón, desdibujando los códigos clásicos. La acción fue seguida por una lectura colectiva de textos de Federico García Lorca y entrevistas a artistas queer del mundo flamenco.
Condiciones precarias tras los aplausos
El Día Internacional de la Danza también sirvió para recordar la fragilidad de las condiciones laborales de quienes viven del arte. Según datos de la Asociación de Profesionales de la Danza en España (APDC), el 74% de los trabajadores del sector carece de contrato estable. El flamenco no es la excepción.
“Hoy salimos a bailar, pero mañana volvemos a la incertidumbre”, lamentó Jesús Perona, bailaor y docente. En Granada, él organizó una sesión abierta en la Plaza Nueva, con participación de jóvenes intérpretes y músicos. Tras el espectáculo, varios participantes compartieron testimonios sobre la falta de oportunidades, especialmente fuera de los circuitos turísticos o institucionales.
En Barcelona, una pequeña manifestación frente al Mercat de les Flors recordó que aún no existe un convenio específico para bailarines y coreógrafos en muchas comunidades autónomas. Tampoco hay políticas públicas sostenidas para facilitar el acceso a espacios de creación y ensayo.
Juventud y tradición: una relación desigual
El interés por el flamenco se mantiene alto entre los jóvenes. En Cádiz, estudiantes del Conservatorio Profesional ofrecieron una muestra que atrajo a decenas de personas al Baluarte de la Candelaria. “Bailamos porque lo amamos, pero no sabemos si podremos vivir de esto”, dijo una alumna de 20 años tras la presentación.
Varios conservatorios aprovecharon la jornada para abrir sus puertas. En Córdoba, la Escuela Superior de Arte Dramático ofreció talleres gratuitos de zapateado y compás, que agotaron plazas en pocas horas. En Málaga, el Conservatorio Ángel Pericet organizó una charla sobre el paso del aprendizaje a la profesionalización.
El diagnóstico se repite: falta estructura y apoyo institucional para que el talento joven no quede en el camino.
Un flamenco que no siempre incluye
No todos los públicos se sienten representados por el flamenco que se visibiliza en las grandes citas. Esa fue una de las conclusiones de un foro realizado en Jerez, donde se discutió el papel de las comunidades gitanas en la historia del arte jondo y su escasa presencia en las decisiones culturales.
“Celebramos el flamenco, pero ¿de quién es ese flamenco?”, preguntó la investigadora Ana del Pino. “¿Cuántos gitanos tienen acceso real a los circuitos oficiales, a las programaciones, a los festivales?”
En ese mismo foro se criticó la excesiva folclorización del flamenco en algunos entornos turísticos y la forma en que ciertos estilos se imponen sobre otros en la enseñanza formal.
Escenarios diversos, propuestas nuevas
Pese a las tensiones, el Día de la Danza también mostró la vitalidad del flamenco actual. En Bilbao, el colectivo Kukai Dantza presentó una pieza híbrida entre flamenco y danza contemporánea. En Valencia, la bailaora Mónica Iglesias estrenó una obra sin música, centrada solo en el sonido del cuerpo y el suelo.
En redes sociales, el hashtag #FlamencoEsDanza fue tendencia durante varias horas. Se compartieron vídeos breves de actuaciones en patios, calles, centros culturales y hasta en vagones de metro.
Muchos artistas reivindicaron un flamenco que no se limite al escenario tradicional. “La danza flamenca también está en los márgenes, en lo experimental, en lo urbano”, dijo la bailarina catalana Marina Perea, cuyo vídeo bailando sobre un paso de cebra se viralizó en TikTok.